Toledo acogió el 23 de noviembre de 2021 la constitución de la Red de Pueblos y Ciudades Alfonsíes de la Federación Española de Municipios y Provincias, integrada inicialmente por cuarenta ciudades en las que el Rey Sabio dejó huella, con motivo del VIII centenario del nacimiento del rey Alfonso X. Un pasado ya muy lejano, un presente compartido con epicentro situado en la capital castellana y una clara vocación de futuro en común fueron el germen de esta iniciativa en la que ciudades de toda la geografía nacional decidimos cogernos de la mano para reivindicar a una de las figuras más importantes de la historia de nuestro país. Nos unía y nos une a todos justo eso, la historia, la cultura y el amor por nuestros pueblos, hilvanados todos por el mismo valor, el mismo entusiasmo y el mismo compromiso.

Por eso, Orihuela también estuvo ahí. Una ciudad que cada mes de julio celebra las fiestas de la Reconquista y que transmite de generación en generación la leyenda de una heroína protagonista de este proceso histórico en que los reinos cristianos de la actual Península Ibérica lucharon frente al dominio musulmán por el control de la misma, no podía faltar a una cita cuyos principales objetivos eran difundir la vida y obra de un monarca cuya ascendencia también se deja notar aquí. El choque entre la justificación legendaria y la rigurosa explicación histórica de los hechos citados, la habitual dualidad de lo oral frente a lo escrito, fantasía versus realidad, tan propias de la épica medieval enfrentan en desigual batalla a la Armengola con el Rey Sabio. Aunque es la nodriza la que acapara todo el espacio en el imaginario colectivo orcelitano, fueron, sin embargo, como bien apunta Justo García Soriano, las tropas del entonces Infante Alfonso de Castilla las que reconquistaron la ciudad en el S. XIII, de la misma manera que fue el Rey Sabio el que concedió fueros y privilegios a Orihuela en reconocimiento de su valentía años más tarde. Pero dejemos estas disquisiciones para los que más saben.

La rotunda presencia de Miguel Hernández ensombrece tan lógica –por su valor universal- como injustamente –por las virtudes de los otros- célebres nombres que están tatuados en la piel de nuestra ciudad. Pero la Orihuela del siglo XXI guarda con celo en su seno el carácter, el valor, la impronta y el legado de grandes personalidades que, oriolanos o no, han contribuido decisivamente a definir la identidad de un pueblo, el nuestro, de personalidad mestiza, tan ufano de lo propio como permeable, receptivo y acogedor cuando la ocasión así lo merece.  Los versos del más ilustre de nuestros vecinos relegan a un segundo plano a pintores, escultores, periodistas, deportistas o músicos. Ni la realeza aguanta el pulso con el autor de la Elegía o las Nanas de la cebolla, pero no por ello debemos caer en el error de desmerecer la herencia ‘genética’ de figuras que han supuesto tanto impacto; tal es el caso de quien protagoniza este número especial de Aurariola.

No mueve nuestra motivación hacer un panegírico desmedido de inspiración griega aprovechando la efeméride señalada; tampoco pretendemos en esta publicación “oriolanizar” a Alfonso X, cuyo vínculo temporal con Orihuela es, sin duda, infinitamente menor que el poso diacrónico de su legado, que sobrevive pleno de vigencia en este siglo XXI. Es por eso que, alejados de esta doble ambición, sí queremos, por el contrario, en cada una de las páginas de esta revista poner un poco de luz en unos momentos de tinieblas en el ámbito cultural, siguiendo humildemente, sin mayor pretensión, el modelo del Rey Sabio, que, impregnado de un espíritu moderno y casi prerrenacentista, hizo de su reinado un paréntesis luminoso en una época sombría. De igual modo, son estos artículos un acto de justicia hacia quien impulsó leyes, tratados e hizo numerosas aportaciones a las artes, a la ciencia, a la historia o al derecho, combinando su personal capacidad creadora con su propio liderazgo de un grupo multidisciplinar de intelectuales que contribuyeron de manera decisiva a la consolidación de nuestra lengua y, simultáneamente, de nuestra propia identidad. Debates tan actuales como el lingüístico o el agua, tan presentes y tan manidos en el tablero político, ya ocupaban el pensamiento del monarca hace ochocientos años, por lo que este acercamiento a su vida y obra nos permitirá también interpretar con mayor tino muchos de los asuntos del momento en que vivimos.

Cumpliendo con nuestros compromisos adquiridos como ciudad alfonsí, de manera complementaria a esta revista, llevamos meses diseñando una programación amplia y diversa encaminada esta a vulgarizar –en el sentido etimológico de la palabra- la figura del impulsor de la Escuela de Traductores de Toledo. Con tal fin, hemos editado un cómic con el inconfundible sello personal de Rate Bas, hemos preparado una exposición itinerante que recorrerá semanalmente todos los colegios del municipio con un ‘photocall’ del que todos los niños podrán llevarse un recuerdo a casa con la imagen más característica del rey toledano, rutas culturales y muchas sorpresas que aún no vamos a desvelar.

Ya que hablábamos anteriormente de justicia, permítanme en esta recta final que haga un ejercicio de merecida gratitud con cada una de las firmas que suscriben los diez artículos de esta revista en la que cada uno de los autores ofrece una visión muy singular sobre Alfonso X. Por supuesto, también con quienes, desde su actitud discreta, pero con diestra diligencia en las labores de dirección y coordinación, la han hecho posible: Emilio Diz y Mari Carmen Sánchez, respectivamente.

La tolerancia y la generosidad adornaban a Alfonso X. También en esta edición especial de Aurariola laten estas virtudes. Disfruten su lectura.

José Aix, vicealcalde y concejal de Patrimonio Histórico de Orihuela